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LA SoLEDAD EN LAS PERSoNAS MAYoRES EN ESPAñA. uNA REALIDAD INVISIbLE





            adecuada el tema de la soledad. Desde mi experiencia como estudioso, investigador y
            docente, he tenido la ocasión de constatar cómo en algunas residencias de mayores se
            hace el vacío, se aísla socialmente a personas mayores por razón étnica, deterioro cognitivo,
            hábitos higiénicos, ideología política o clase social.


              Las instituciones no siempre cuentan con un personal cualificado y adecuado para abor-
            dar y trabajar este tipo de soledades. No solo se produce un aislamiento físico y del entorno
            social sino que hay otros aislamientos afectivos, de trato, de convivencia, que son dolorosos
            y lesivos para las personas. He conocido a personas de etnia gitana en residencias, para los
            que no está previsto ningún tipo de intervención que facilite la adaptación a una institución
            que desde los valores de la comunidad gitana es algo contracultural.


              Los profesionales que deberían facilitar el proceso de adaptación o inclusión de personas
            con estas características se inhiben, justificando la no intervención en principios tales como
            la igualdad, la no discriminación, no hacer distinciones por edad, cultura, ideología, estado
            civil o por etnia. Por ello, no solo no se trabaja con los nuevos ingresos para facilitarles el
            período de adaptación, sino que tampoco se trabaja con el resto de residentes para facilitar
            un acogimiento cuando se trata de personas de otras etnias y culturas, y que de este modo
            tengan una inclusión más ventajosa y beneficiosa.


              Este aislamiento y soledad inducida por la inhibición y/o dejación de actuaciones de los
            profesionales sanitarios y sociales para abordar estas circunstancias, nos parecen que son
            un síntoma de la pobreza y falta de respeto que algunas instituciones mantienen en el ejerci-
            cio de sus funciones y responsabilidades. Por ello insistimos que la soledad de las personas
            mayores es un sentimiento que puede aumentar cuando el entorno más cercano reproduce
            actitudes y estereotipos que llevan al rechazo, silencio, falta de tacto o cuando los profesio-
            nales no actúan de forma adecuada al tener que ingresar y permanecer en un centro residencial.


              Las malas prácticas profesionales pueden tener un efecto multiplicador en el sentimiento de
            soledad en algunas personas. Sin querer generalizar, puesto que carecemos de datos, en los
            casos analizados sobre la relación entre la actuación profesional y los ingresos de personas
            de etnia gitana podemos decir que las carencias de los profesionales encuentran una causa
            o raíz obvia: no están preparados para trabajar desde la diferencia porque las instituciones
            tampoco lo están. Las instituciones, en este caso las residencias de personas mayores, están
            preparadas para recibir a un determinado perfil de usuario tipo: persona mayor, español, con
            cultura y valores españoles, religión católica,… Lo que no encaje en este prototipo es difícil
            de asumir y de abordar. Por eso señalamos que para muchas personas de etnia gitana o de
            procedencias distintas, cuando ingresan en una residencia y perciben el vacío, el aislamiento
            y el rechazo del resto de residentes que en base a estereotipos marcan barreras en la rela-
            ción. Así, en estos casos, vivir en una residencia les supone vivir una nueva forma de soledad,
            que además en muchas ocasiones se hace invisible para los profesionales.





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