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FUNDACIÓN CASER
para imponerlas a las personas mayores sino de responder a las demandas y necesidades
expresadas por la propia población.
La autonomía y autodeterminación de las personas mayores tiene que ser el criterio funda-
mental para programar actuaciones y servicios que intenten atajar, prevenir o paliar algunos
de los casos más graves de abandono y soledad de las personas mayores. Vivir en soledad
rodeados de gente pero donde nadie se ocupe ni preocupe, donde nadie tenga una palabra
amble y sea capaz de dirigir una sonrisa, es un reflejo de un modelo de sociedad que tarde
o temprano vivirá las consecuencias de esta falta de sensibilidad hacia las personas más
envejecidas.
En nuestra opinión pensamos que las personas mayores no pueden ser consideradas como
un segmento poblacional en situación de desahucio social; son personas que tienen expec-
tativas, sentimientos y deseos. una buena sociedad es aquella capaz de establecer respues-
tas para esas personas con el fin de garantizarles una buena calidad de vida, entendiendo
que los aspectos emocionales son fundamentales y que incluso tienen un mayor valor en las
personas mayores que en otras cohortes de edad.
Los servicios socio-sanitarios tienen frente al problema del envejecimiento, y una de sus
secuelas como la soledad, un campo de trabajo para el que se requiere imaginación, nuevos
diseños, nuevos servicios y enfoques de actuación.
3. una ConCLusión Con deberes.
Para concluir estas reflexiones sobre el papel de la sociedad y la responsabilidad de la
sociedad frente al cuidado y protección de las personas mayores que viven solas y que
constituyen un riesgo para su calidad de vida, señalamos no solo la conveniencia de atención
por parte de determinados servicios asistenciales, públicos y privados y fomentar las redes
sociales, sino que debemos hacer hincapié en la responsabilidad ética como sociedad frente
a estas personas.
Hoy hablamos de ética cívica, de la ética del don, de cuidado, ética basada en principios
morales. La ética del cuidado, del apoyo, de la atención a las personas mayores es un deber,
no es una postura, es una ética de la donación basada en los principios de la convivencia
más social y humana. Las personas mayores ante todo son personas que se merecen el re-
conocimiento y respeto de toda una sociedad. Lo que hoy es la sociedad, donde se ha avan-
zado en calidad de vida, bienestar, desarrollo y evolución tienen unos artífices: las personas
mayores; por lo tanto, devolverles en cuidados y atenciones todo lo que ellos han contribuido
no es una donación sino un deber ciudadano. Recuperar valores basados en el apoyo, en el
cuidado, empiezan a ser valores casi minoritarios pero alternativos a una ética del consumo,
basada en principios y valores liberales o neoliberales, si es que se puede hablar de ética
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