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FUNDACIÓN CASER
Ciertamente, habría que señalar que las diferentes dinámicas, procesos, funcionamientos o
estructuras intersectoriales a las que nos hemos referido pueden combinarse:
• Con una mayor o menor integración vertical o intrasectorial de los agentes implicados.
• Con una mayor o menor dinámica colaborativa entre diferentes tipos y un número mayor
o menor de agentes (de los tipos y de la variedad antes referidas).
Si se ha dicho que la dinámica de especialización permite repartir la actividad entre secto-
res de actividad, unidades organizativas o, finalmente, personas (más) capaces de hacerse
cargo de cada parte, la dinámica de integración (unificación entre esas partes en procesos
continuos) busca en última instancia que la persona usuaria o destinataria, en su itinerario
de atención, no note cuándo pasa de un sector a otro, de una estructura a otra. En palabras
de la organización Mundial de la Salud, “la complejidad e índole intersectorial de la atención
integrada (…) tiene la ventaja de distinguir entre la integración, es decir, el proceso mediante
el cual los profesionales y las organizaciones se unen; y la atención integrada, entendida
como el resultado experimentado por el usuario del servicio” (WHo, 2016: 4). La tecnología,
entendida como la manera estandarizada y basada en el conocimiento (científico u otros) de
realizar las actividades operativas propias de cada eslabón de las cadenas de valor es un
factor determinante en los procesos de especialización o integración (ortún-Rubio y López-
Casasnovas, 2002: 7).
Según un estudio reciente, “si bien el enfoque de la integración intersectorial se centra a
menudo en los servicios sociales y la atención de la salud, también existen otros acuerdos.
La revisión muestra que la integración puede ser adaptada a un grupo objetivo en particular
o diseñada para las comunidades en general” (Van Duijn y otras, 2018: 1). La oECD adapta
y adopta una definición de la integración (tanto la vertical, intrasectorial, como la horizontal,
intersectorial), como “un conjunto coherente de métodos y modelos relativos a los niveles
de la financiación, la administración, la organización, la prestación de servicios y clínicos di-
señados para crear conectividad, alineamiento y colaboración dentro de (y entre) diferentes
sectores” (oECD, 2015: 16). “A pesar de tratarse hoy en día de un término y concepto muy
en boga en el ámbito de la salud, y más en concreto, en el sector de la cronicidad, la aten-
ción integrada como paradigma emergente se reconoce en múltiples sectores, disciplinas y
ámbitos: atención a mayores y envejecimiento, cronicidad, salud mental, cuidados paliativos,
discapacidad y dependencia, atención a víctimas de maltrato y de violencia sexual, atención
temprana a niños y niñas (…)” (oED, 2017: 12).
En definitiva, cabría entender que se va avanzando en algunos consensos acerca de los
modelos de integración intra e intersectorial en y entre las grandes políticas sociales verti-
cales (como la sanitaria, la educativa, la de servicios sociales, la de empleo, la de vivienda
o la de garantía de ingresos), según los cuales todas estas políticas estarían llamadas a la
integración interna y con el resto, con orientación comunitaria, sin subordinación de ninguna
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