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PERSPECtIVAS Y PRIoRIDADES EN AtENCIóN INtEGRADA
3. aLGunas resPuestas insuFiCientes o ProbLeMátiCas.
Puede ser frecuente que los individuos inmersos en la vida de las organizaciones no advier-
tan el carácter contingente e instrumental de las organizaciones creadas para dar respuesta
a las necesidades humanas y el hecho de que, en diferentes contextos, se ha optado y se
sigue optando por contornos, fórmulas y, en definitiva, diseños estructurales diferentes para
similares funciones. Así, por ejemplo, si bien es común a muchos lugares el debate sobre la
coordinación o integración entre los servicios de salud y los servicios sociales, las respuestas
y desarrollos son bien dispares (Fantova, 2014: 365-368). Hay un núcleo duro de contenidos
que suelen abordarse, sin duda, desde cada uno de esos dos ámbitos. Prácticamente en
cualquier país desarrollado, si tenemos un grave accidente automovilístico, nos recogerá una
ambulancia que nos llevará a un servicio de urgencias en un hospital, siendo que todos esos
elementos formarán parte de algún tipo de sistema sanitario. Del mismo modo, si encontra-
mos en la entrada de nuestra casa una criatura abandonada sin familia conocida, sabremos
que los servicios sociales se harán cargo de ella.
Sin embargo, a medida que nos alejamos de esos núcleos duros, aumenta la variabilidad y
la discusión sobre las necesidades que debe abordar cada uno de esos entramados de or-
ganizaciones de los que estamos hablando. Por eso cambian de un lugar a otro las fronteras
entre estos sectores y entre estos y otros y los propios sistemas y la propia comprensión de
las diversas necesidades. una misma situación puede ser vista en un entorno como proble-
ma de salud, en otro como asunto para los servicios sociales, en otro como cuestión de segu-
ridad o, en otro, como materia para los servicios de vivienda. Sin embargo, no hay forma de
funcionar sin especializar a personas, equipos, organizaciones y sistemas en determinadas
funciones, buscando después la manera de integrar (de forma más blanda o más dura) esas
unidades (mayores o menores) que previamente hemos formado y posicionado. La situación
social antes descrita está llevando, por ejemplo en el Reino unido, a apostar por experiencias
de integración más dura y a mayor escala que en nuestro país (Welsh Government, 2018).
Ello, como suele recordar Manuel Aguilar, se entiende, entre otros factores, por la trayectoria
y comprensión previa de la social care, mucho más focalizada en los cuidados que nuestros
servicios sociales.
En España, cabe atreverse a decir que las valiosas experiencias reales de integración entre
los servicios sociales y los servicios sanitarios no pasan de ser excepcionales islas en un mar
de palabras confusas en el que las olas y las corrientes de los discursos se repiten sin cesar,
sin que esas islas formen archipiélagos o emerjan como continentes: sin que surja ninguna
experiencia de tamaño y consistencia suficiente como para que pueda considerarse mínima-
mente pertinente, eficiente, sostenible y modélica (Artells, 2015: 66). En este contexto resulta
preocupante, por ejemplo, la reciente aprobación, por unanimidad, de la Ley 4/2018, de 2
de julio, de ordenación y funcionamiento de la Red de protección e inclusión a personas y
familias en situación de mayor vulnerabilidad social o económica en Castilla y León, en la que
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