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PERSPECtIVAS Y PRIoRIDADES EN AtENCIóN INtEGRADA
Los cambios sociales de los que se ha hablado y, específicamente, la crisis de la soste-
nibilidad relacional de la vida y la digitalización de muchos procesos sociales obligan a las
organizaciones que intervienen en las políticas sociales, en ocasiones, a intervenir de forma
muy microsocial, pero, en otros casos, a necesitar masa crítica poblacional y territorial para
poder instalar determinadas intervenciones. Ello hace, por ejemplo, que una estructura rígida
como la que tienen los servicios sociales en nuestro entorno, donde la atención primaria está
encomendada a unas instituciones y la atención secundaria está encomendada otras, rompa
frecuentemente los itinerarios de las personas y dificulte la intervención con ellas. Además,
se habla de un abordaje ecológico, un enfoque poblacional o una aproximación estructural,
desde el momento que se ha entendido que es fundamental intervenir con los individuos
pero que también lo es incidir en sus entornos familiares, comunitarios y sociales en general.
El territorio (la proximidad) es una referencia clave porque los seres humanos somos cuer-
pos embebidos ecodependientemente en espacios físicos, aunque, como recuerda Enrique
Pastor, procede un “cuestionamiento de la ‘comunidad’ en su dimensión exclusivamente es-
pacial/territorial. La lógica del espacio es sustituida por el discurso de flujos de información,
influencia y redes de relaciones” (Pastor, 2015: 33).
En el caso de los servicios sociales, la integración vertical habría de darse, por tanto, entre
la actual atención primaria, en gran medida de gestión pública municipal (en un país con mu-
chos municipios y de tamaño muy diferente, muchos muy pequeños), y la actual atención se-
cundaria, de responsabilidad autonómica normalmente, en buena medida gestionada por la
iniciativa social sobre la base de una segmentación y segregación de la población usuaria en
los tradicionales colectivos vulnerables. Por ello, cabría impulsar proactivamente experien-
cias piloto, a las que los agentes que trabajan con colectivos segregados pudieran volcar su
caudal de conocimiento y su capacidad de gestión, en las que intervengan con las personas
en la comunidad, pertenezcan o no al colectivo poblacional con el que la han trabajado tradi-
cionalmente. teniendo en cuenta, además, que casi todo el mundo que va al hospital regresa
a la comunidad, cosa que no sucede todavía cuando alguien accede a la atención secundaria
de servicios sociales. Sea como fuere, tanto en los servicios sociales como en otras ramas de
la política social, la digitalización de los procesos operativos, de gestión y de gobierno puede
ser la gran aliada de la integración vertical.
Se anotaría, en tercer lugar, la necesidad de consensuar y construir arquitecturas públi-
cas ordenadas y homogéneas para la gobernanza participativa, multinivel e intersectorial del
bienestar y el desarrollo. Por ejemplo, a la hora de mejorar resultados en nuestras comunida-
des y territorios, Anna Randle identifica componentes como los siguientes:
• Compromiso con la comunidad y construcción de relaciones.
• Identificar (y trabajar con) los activos comunitarios locales (desde liderazgos existentes
hasta espacios compartidos).
• Identificar otras organizaciones relevantes.
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