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EL IMPACto DEL SoPoRtE SoCIAL Y LA CALIDAD DE VIDA DE LAS PERSoNAS MAYoRES
CoMo VECtoRES PREDICtoRES DE LA SALuD
Como primera aproximación, podemos apreciar que la mortalidad en personas menores de
74 años está menos influenciada por las condiciones sociales. Por el contrario, en personas
mayores de 75 años, la red social es mucho más determinante. Es decir, influyen los factores
sociales relacionados con el soporte social en la cuarta edad, o conforme avanzan los años.
En la tabla se visualiza, que el apoyo social directo en general es muy bueno, más del 90%
de las personas de la muestra tienen a alguien que le ayudaría si fuera necesario. Sin embar-
go, el apoyo disminuye con la edad en ambos sexos. Por otro lado, una vez más podemos
observar que las mujeres tienen menos soporte social que los hombres. Además, los factores
y contactos sociales en cuanto a número y calidad, están relacionados con el aumento de la
mortalidad, principalmente en las mujeres.
En lo referente al apoyo social directo, los contactos sociales también disminuyen con la
edad (p <0,001) en ambos sexos. Pero la calidad de las relaciones sociales, es decir, tener a
alguien en quien confiar, es menor en las mujeres (p = 0,04). Alrededor del 24% de los suje-
tos se sienten tristes debido al poco contacto social, sentimiento que aumenta cuando son
más mayores. Al analizar las diferencias entre los sexos, las mujeres tienen más sentimientos
de tristeza debido a la falta de contacto con familiares o amigos (27,9% vs. 19,9%) que los
hombres.
3. Las reLaCiones soCiaLes CoMo aLternativa aL ModeLo de MediCaLiZaCión de La vida.
Como se deduce del análisis anterior, las relaciones sociales junto con el apoyo social
tienen una importancia central en el bienestar de las personas mayores, proporcionando
empoderamiento, percepción de calidad de vida, que son referencias vitales para desarrollar
un envejecimiento positivo (Lawton & brody, 1996). Por esta razón, toman una importancia
central a la hora de evaluar la salud de las personas mayores, al actuar como amortiguador
del estrés, mejorando la sensación de satisfacción social con la vida (Fernández, Clúa, báez
& Ramírez, 2000). Como es obvio, el adulto conforme avanza en edad, también lo hace en
enfermedades. De ahí la necesidad de tener unas adecuadas redes sociales que posibiliten
la comunicación y las relaciones humanas de la persona mayor con su entorno, logrando así
un mayor equilibrio en el binomio salud-enfermedad (Azpiazu, jentoft, Villagrasa, Abanades,
García, & Alvear, 2002; García y Sánchez, 2001).
Esta interacción social toma una importancia central a la hora de evaluar la salud de las
personas mayores. De esta forma, se puede promover una óptima percepción de salud sub-
jetiva, tomando como base el apoyo social percibido. Nos referimos, al contacto con amigos,
familiares y otros grupos sociales (Escobar, Puga y Martín, 2008; barra, 2005).
En nuestra sociedad occidental, gracias a los avances en las ciencias de la salud y de los
fármacos que dan respuesta a las diversas patologías que se producen en la persona mayor
con el trascurso de los años, existe una cierta tendencia a centralizar la atención desde un
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