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SENSIbILIDAD DE LA PobLACIóN ESPAñoLA ANtE LAS PERSoNAS CoN DISCAPACIDAD





              Para que se complete el proceso de ayuda institucional o familiar es necesario que se con-
            templen al menos estas tres condiciones:


              • Que el Estado, los centros asistenciales o las familias habiliten medios suficientes para las
              necesidades de las personas con discapacidad o con dependencia.
              • Que los sujetos en estas situaciones se hallen dispuestos a aprovechar bien las ayudas
              ofrecidas.
              • Que la sociedad en general supere los prejuicios negativos que puedan subsistir y que
              son de difícil erradicación.


              El prejuicio negativo más insolidario es que el sujeto de alguna forma de discapacidad o de-
            pendencia tiene la culpa. En la práctica, no es necesario llegar tan lejos. bastará con la idea
            de que en tales situaciones lo mejor es aislar a los sujetos que las padecen. No comprender
            su realidad tal y cómo ellos la viven es suficiente para alejarlos de la normalidad.


              Son suficientes las investigaciones sobre los dos primeros puntos del enunciado anterior.
            Sin embargo, son raras las que se refieren al tercer punto. Ese hueco es precisamente el que
            trata de rellenar el presente estudio a través de la encuesta. Visto su carácter exploratorio, se
            comprenderá que se plantee inicialmente con una intención descriptiva. Aun así, se propone
            ir un poco más allá de la exposición de las encuestas al uso. Con ese propósito, en este tex-
            to se van a analizar las relaciones que puedan existir entre algunos datos biográficos de los
            entrevistados y sus opiniones, y más específicamente sus prejuicios positivos o negativos. Es
            decir, no interesa solo el cuánto de los fenómenos investigados, sino el cómo y, eventualmen-
            te, el por qué. Es la mejor manera para poder anticipar los posibles obstáculos que todavía
            levanta la sociedad española para el tratamiento de la discapacidad o la dependencia como
            problemas sociales. En el más liviano de los supuestos, casi todas las personas acaban en-
            contrándose con una situación de dependencia en mayor o menor grado, simplemente por el
            paso de los años. Luego el problema no debe tratarse como una suerte de marginación o de
            exclusión social de ciertos colectivos.

              Existe una conexión muy estrecha entre las dos caras del problema, la dependencia y la
            discapacidad. Se puede hablar de la dependencia en un sentido amplio, que envuelve las
            distintas formas de discapacidad. Lo fundamental es el hecho de que una persona con de-
            pendencia necesita la ayuda de otra o de otras, con carácter permanente o por lo menos con-
            tinuado, para ejercitar las tareas cotidianas de la vida cotidiana. En una sociedad tradicional,
            esas obligaciones corrientes eran contadas y se desarrollaban mayormente en el domicilio.
            No es el caso actual, donde se ha expandido la movilidad espacial y se crean nuevas necesi-
            dades de acción en el trabajo y en los ocios. De forma operativa se han establecido criterios
            objetivos para establecer ese gradiente de dependencia o discapacidad aplicable a cada per-
            sona. Ese proceso, llamado de “valoración”, se lleva a cabo por los funcionarios del Estado
            y facultativos en cada comunidad autónoma y municipio. La cuestión práctica no está en la





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