Page 167 - actas fundación caser noviembre 2018

ENtREVIStA
campos son innumerables. Pero es un mo-
delo de gestión del conocimiento disperso,
atomizado, en cierto modo amorfo. No hay
un liderazgo, una estrategia o una dirección
que marque cuáles son las prioridades, los
recursos o los agentes. No hay, a nivel au-
tonómico o estatal, instituciones tractoras.
La ausencia casi absoluta de referencias
a las cuestiones que se abordan desde
los Servicios Sociales –la dependencia, la
discapacidad, la exclusión, la desprotec-
ción…− en el Plan Estatal de Investigación
Científica y técnica y de Innovación es muy
ilustrativa de esta carencia. Carecemos no
sólo de grandes centros de investigación en
este ámbito −a diferencia de lo que ocurre
por ejemplo en el ámbito de la salud o de lo
que ocurre en otros países en el ámbito de
los Servicios Sociales−, sino incluso de una
estrategia que permita alinear en la misma
dirección los esfuerzos que ya se realizan, y
que son muchos. tendemos a pensar que la
principal necesidad en el ámbito de los ser-
vicios sociales se refiere a los recursos eco-
nómicos, a la dotación de personal o a la
generación de nuevos marcos normativos,
cuando, a mi juicio al menos, las principales
necesidades se refieren a la generación de
marcos teóricos, modelos de intervención,
prácticas basadas en la evidencia, siste-
mas de información, etc.
Como en casi cualquier escenario social,
las mujeres sufren aún hoy desigualdad a
la hora de acceder a recursos, beneficios y
apoyos sociales. ¿Tiene hoy la perspectiva
de género un impacto suficiente en las polí-
ticas de inclusión social?
Creo que a las desigualdades de género
están, al menos teóricamente, muy
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presentes en la investigación sobre servicios
sociales y en el discurso teórico de la mayor
parte de los agentes que intervienen en este
campo. Pero también es obvio que en la
mayor parte de los casos esta preocupación
teórica no pasa de lo retórico, y es difícil
que ese interés se traduzca en medidas o
políticas concretas, en adaptaciones reales
en el diseño de los servicios. también diría
en todo caso que las desigualdades de
género no deberían impedir vernos otras
desigualdades tanto o más importantes:
las mujeres no son un colectivo, son la
mitad de la población, y dentro de ellas
se dan diferencias (relacionadas con la
edad, el origen, la formación, el estatus
socioeconómico…) determinantes. En
ese sentido, creo que se están generando
en nuestras sociedades diferencias, o
desigualdades, generacionales tanto o más
importantes que las diferencias de género
y a esas diferencias también deberíamos
prestarles una mayor atención. La brecha
generacional –a nivel económico, político,
electoral, de valores…− es cada día más
determinante.
En ese contexto, ¿en qué sentido debe-
mos repensar nuestro modelo de protec-
ción social? ¿Cuáles son los retos más im-
portantes que tiene ante sí?
Me parece esencial, efectivamente, re-
pensar las políticas sociales. Ese es pre-
cisamente el título de un trabajo colectivo
que publicamos hace un par de años y en
el que, entre otros aspectos, hablábamos
de la necesidad de reorientar las políticas
sociales españolas hacia el paradigma de
la inversión social. Eso implica, en relación
con lo que decía en la pregunta anterior,