FAD Febrero 2014 - page 40

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Visió perifèrica
Calimero con patillas
Los de la tramoya del Colegio de Fisioterapeutas de la Co-
munidad Valenciana me pidieron que compusiese un so-
neto al ejercicio terapéutico para este número de la revista;
una oda al ejercicio fetén,
el patanegra
que prescriben los
fisioterapeutas que se visten por los pies. Acepté el encar-
go porque tengo en estima a los que luchan de buena fe
por nuestra profesión, me arrugo con poca facilidad y me
atraen los desafíos con resultado incierto, como un partido
entre el Xirivella Fútbol Club y el Huracán Valencia CF con
árbitro de Mislata.
Tengo mis razones para que escribir una pieza con el ejer-
cicio terapéutico como protagonista me parezca intere-
sante, razones privadas pero evidentes para los que me
conocen en primera persona. La prescripción del ejercicio
en el ámbito de nuestra profesión me saca a la superficie
un picor que traigo clavado en un rincón oscuro del alma,
un escozor que me atormenta desde que tuve edad de
calzarme mis primeras botas ortopédicas, inútiles como
una coctelera en un guateque del Opus. Esa ortopedia
infantil de los setenta recetada con el mismo desparpajo
con el que Ágata Lys se dejaba caer el sujetador en
El Ero-
tismo
y
La Informática
se probó risible varias décadas más
tarde; tanto como dejarse patillas hasta el cuello para ligar.
Regálese las retinas, lector cinéfilo de cuando se vendían
películas en sistema Beta, con las patillas de tipo duro que
marcaba Sancho Gracia en
Mala Racha
, un peliculón del
1973 en el que hasta la taquillera se lleva un par de mag-
dalenas calentitas; otro grande del cine español que se fue
a los cielos. Época de excesos cinematográficos aquellos
años setenta, llenos de personajes duros con el
Eva Ma-
ría
de Fórmula V tronando de los altavoces cutres de un
Renault 5, de mujeres protagonizando películas casposas
made in Spain
a pecho descubierto; exponentes todos de
una época que fue, triunfó y no volverá.
Tuve hace poco la oportunidad de presentar un acerca-
miento al ejercicio terapéutico dirigido a todos los públi-
cos en la universidad Jaime I de Castellón, ciudad de
arrós
meloso con cigalas
y aeropuertos huérfanos de aviones;
gracias desde estas páginas a Jesús Ramírez, Rafa Ballester
y José Ángel González por el privilegio de compartir mesa
y micrófono con ellos aquella tarde. Entre otras cosas ha-
blamos de las diferencias básicas entre
ejercicio
de cuerpo
Danone y
ejercicio terapéutico
prescrito específicamente
por el fisioterapeuta para cubrir las necesidades de un pa-
ciente en particular con un diagnóstico específico; la peña
flipaba en colores querido lector, supongo porque el con-
cepto de que el fisioterapeuta sea el profesional sanitario
ideal para prescribir ejercicios terapéuticos tras la revisión
detallada del historial clínico, evaluación inicial y proceso
de diagnóstico diferencial del paciente les sonaba a chino.
Que no es poco, habida cuenta de que en España abun-
dan los individuos - titulados o con menos papeles que la
moto de un hippy - que se sienten cualificados para corre-
gir, suprimir, añadir o recomendar ejercicios a la parroquia
como decía un amigo mío,
by the face
; dejo munición en
el tintero para el día que los de la calle San Vicente Mártir
me dejen soltarme la melena bajo el epígrafe de
intrusis-
mo profesional
. La necesidad de sacudirnos de encima
descripciones que no nos definen ni se ajustan al modelo
sanitario que nuestros pacientes merecen es tan necesaria
José A. Polo Traverso
PT, DPT, OCS, FAAOMPT. Doctor en Fisioterapia
Fellow de la Academia Americana the Terapia Manual
Las comedias casposas han pasado de moda, lo mismo
que los zapatos de tacón a juego con el bikini, quien se lo
iba a decir a la "provocateur" de doña Margarita. El galán
madrileño se marcaba por entonces "looks" de "pecholobo"
a medio camino entre Los Chunguitos y Camilo Sesto,
una combinación que derretía a las féminas de entonces y
provoca ataques de risa patológica en las actuales. Lo del
ejercicio tiene más miga porque se siguen prescribiendo
sin ton ni son a pesar de su incongruencia mientras que ya
nadie se calza camisas "lolailo" por las buenas ni se desnuda
porque lo exige el guión.
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