Página 41 - FAD SEPTIEMBRE 2012

Volumen VIII Nº 3
Septiembre 2012
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A nosotros, a los jovencitos imberbes de la valenciana ter-
cera promoción, aquello nos parecía normal y nos quejá-
bamos poco o nada salvo contadas excepciones. La nota
de excepción al borreguismo preponderante la ponía
gente curtida en otras profesiones, veteranos que com-
partían asiento con novatos sacando tiempo de donde no
lo había. Los rostros de Pepe, Laura, Alfonso, Rafa, Alicia y
otros bravos me vienen a la memoria. Tropa fogueada en
otras campañas que por imperativo de la edad, la expe-
riencia y las pocas ganas de sufrir gilipolleces no le veían
la gracia a diapositivas borrosas, hombres y mujeres que
se vestían por los pies y que no dudaban en sacarle los
colores al profesor de turno cuando, y que el Cielo me
fulmine si miento, no había quien distinguiese a primera
vista entre un fémur y la manivela de un toldo; tampoco se
cortaban cuando el personal docente se descolgaba de
la baranda por la cara, que esos jetas existían entonces y
siguen a lo suyo hoy en día. Abuelos y principiantes ate-
sorábamos por igual notas y apuntes fotocopiados cien
veces, pasados por el profesor como
verba Dei
sin más
referencias bibliográficas que su buena voluntad y un cas-
tizo
porque lo digo yo
en caso de duda. Imagínese, lector
valiente que exige calidad docente, hablamos de cuando
los electrodos de plomo eran el no va más, tiempos de
poleas chirriantes y mancuernas desparejadas. Material
clínico de cuando Cyriax hizo la mili, espirómetros con ci-
lindros de cartón y bolígrafo Bic atado con cinta aislante,
tanques de oxígeno vacíos, camillas salidas del anticuario,
botas DeLorme repintadas a golpe de brocha, bastones
y andadores inutilizados, sillas de ruedas de loneta raída.
Imagínese o acuérdese de aquello, amable lector, depen-
diendo de su fecha de nacimiento.
La cosa es que al cabo de los años el que suscribe tiene la
oportunidad, el privilegio y el placer de poner su granito
de arena en el proceso educativo de los que vienen em-
pujando. Una oportunidad de oro para reencontrarme con
la gente de antes, conocer a la de ahora y hacer amigos
con la de mañana. Las cosas han mejorado mucho desde
la época en la que Lluis Such se subía a la tarima, docto-
ral y engominado hasta las cejas, falto acaso de chupa de
cuero y Harley, a hablarnos de los potenciales de acción y
otras lindezas semejantes; mucho que le agradezco al pro-
fesor Such que se tomase la molestia de educar percebes
porque al que suscribe, recién llegado a Valencia, lo del
reflejo tónico le sonaba a la merluza que agarra uno des-
pués del cuarto gin tonic. A lo largo de esta última década
de
Evidence Based Practice
,
power points
y
Pubmed
los
recursos disponibles de las universidades españolas han
experimentado mejoras palpables, mejoras que se notan
en las aulas y en las prácticas clínicas. Me consta además
que contamos con profesores que quieren serlo, que va-
len para ello y que además se parten el careto para que
el alumno se lleve a casa una formación académica conse-
cuente, echándole en el proceso mucha vergüenza torera
al asunto. No tengo problemas en afirmar públicamente
que la mayoría del profesorado que me he echado última-
mente a la cara responde a estas características y por ello
me place escribirlo en esta revista, bien clarito, para que
lo lea el personal. No dudo, escéptico lector, que usted
pueda nombrar profesores y alumnos que estarían mejor
arreglando farolas o sacándole brillo a los pimientos en
el Mercadona de la esquina. De profesores botarates y
alumnos menguados está el mundo lleno pero afortuna-
(*)
Belorcio: material de tortura pedagógica muy popular entre profesores de anatomía durante las décadas de los cincuenta a
los noventa. Construido por el alumno a base de sucesivas capas de papel y cartón coloreado, tinta, sudor y manchas de café, el
belorcio permitía al estudiante familiarizarse con la anatomía humana y, de paso, durante la construcción del engendro, compartir
castizas expresiones con los compañeros de clase del tipo "caguenlaleche", "lamadrequeparió" y otras del mismo género, amén de
la sempiterna y siempre socorrida "estoslahostia"